viernes, 5 de noviembre de 2010

Igualdad: el orden de los apellidos, superwoman o womansuper


Piensa el Gobierno que la igualdad entre hombres y mujeres se consigue a golpe de estética. Papá y mamá pronto tendrán que ponerse de acuerdo para decidir el orden de los apellidos de sus vastaguitos. Así, por orden del señor Alcalde de este país, al día siguiente de aprobarse la nueva Ley, hombres y mujeres seremos iguales. Por fin.

Qué duda cabe. Desde la generación de nuestras abuelas hasta la de nuestras hijas, las mujeres españolas hemos avanzado a pasos de gigante hacia la igualdad. Nos hemos incorporado al mercado laboral, hemos ocupado las aulas universitarias y hemos dejado la ropa de camilla para salir a las calles y a las tascas. Incluso hemos tomado los campos de fútbol. Hay mujeres en la carrera judicial, en las editoriales y hasta en las Fuerzas Armadas. Ahora nos choca que nuestras abuelas necesitaran permiso de sus esposos (las casadas) o padres (las solteras) para abrir una libreta en la caja de ahorros o viajar al extranjero.

En mi trabajo, estoy rodeada de compañeras que se han criado con la época de la liberación de la mujer. Desde que se levantan, su día a día es una maratón contrarreloj. Dejar a los niños en el cole, el trabajo, hacer la compra después del trabajo, recoger a los niños del comedor del cole, malcomer, llevar a los niños a sus actividades sociales y extraescolares, el pediatra, el dentista, cocinar, lavar, planchar, limpiar, la cena, dormir a los niños. Y, entretanto, seguir guapas. Ir al gimnasio, la depilación, el tinte del pelo y hasta de las uñas.

Me asombra. Me asombra muchísimo. ¿Realmente importa tanto el orden de los apellidos para conseguir la igualdad en este país? Insisto. Este Gobierno piensa que la igualdad empieza por la estética cuando debería empezar por la ética. La ética del amor propio, que diría Fernando Savater. Las mujeres de esta generación, si queremos liberarnos, deberíamos empezar por querernos más a nosotras mismas y educar nuestra mente y la nuestros hijos para vivir realmente una LIBERACIÓN DEL SER HUMANO, de todas las necesidades que nos hemos creado y que nos asfixian; nos asfixian hasta el punto de renegar de nuestra vida y de nosotros mismos. Yo no quiero ser ni una superwoman ni una womansuper.

Y, sepa el Gobierno que yo sé. Desgraciadamente la igualdad no ha llegado a los centros de poder donde se toman las decisiones en este país, ni siquiera a las instituciones que reflejan el reconocimiento social. Un dato: en 2008, de todos los investidos como Doctor Honoris causa en las Universidades Públicas españolas, sólo el 18,5% fueron mujeres. En las Universidades Privadas, cero patatero: ni una sola. ¿Tan mal lo hacemos?

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